EL MEJOR APOYO A LA MATERNIDAD
Richard
Adams (1626-1698)

Segundo: Esforzarse, en lo posible, cumplir la función de buen
marido, cristiano y tierno hacia a su compañera más querida en una condición
tan dolorosa. Tiene que identificarse con los dolores antes, durante y después
del parto que su estado incluye, los cuales, él mismo, nunca puede sentir por
experiencia. Le corresponde, por el bien de su esposa buena y piadosa, que se
“vista como escogido de Dios, santo y amado, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, etc.” (Col. 3:12).
Debería cumplir lo mejor posible, todos los deberes de su relación conyugal,
brindándole, no sólo lo que necesita, sino también lo que la ayude a estar más
cómoda. [El esposo debe satisfacer] sus antojos y la necesidad de aliento de su
esposa querida que sufre y que puede deprimirse por el miedo a los dolores que
le esperan. Busque también el apoyo de pastores fieles y amigos piadosos para
que oren intercediendo a Dios por ella. Y si Dios escucha las oraciones, Tercero: Estar profundamente
agradecido a Dios por el alivio seguro de su buena esposa de los dolores y
peligros de traer un hijo al mundo. Cuando el esposo cariñoso realmente se ha
preocupado por las enfermedades, los dolores, las agonías y quejidos de su
querida esposa durante su [embarazo] y por el hecho de que le dará un hijo con
ayuda de lo Alto, nada puede ser más obligatorio para él que adorar y estar
agradecido a Dios, quien ha causado una separación confortable entre ella y el
fruto de su vientre, como [respuesta] a las oraciones y ha venido en su ayuda
al escuchar sus quejidos… El esposo cristiano –habiendo visto a su esposa amada
poniendo en práctica las gracias de las que he estado hablando, pasar por el
peligro de dar a luz y ser preservada admirablemente por el poder de Dios y su
bondad— tiene la obligación de agradecer de todo corazón a Dios quien cumplió
su promesa, que les dio esperanza y tal muestra de misericordia… Así pues,
brevemente, he enfocado el tema del cuidado del hombre casado en lo que
respecta a su esposa en las condiciones mencionadas. Además, esta doctrina
enseña, UNA LECCIÓN A LA MUJER SOBRE LO
QUE DEBE CUIDAR. Considere… Si ya es casada, y esto “en el Señor”, quien la
creó y le dio el poder de concebir, lo que le corresponde, como sierva fiel del
Señor, Primero: Seguir la práctica
constante de estas gracias. Indudablemente, usted que ha sido bendecida como
instrumento de la propagación de la humanidad –cuando se entera de que ha
concebido y espera un hijo— se preocupa en gran manera por prepararse para el
nacimiento. Un trabajo importante en el que, por lo general, se ocupará es
preparar la ropa de cama donde dará a luz y no la voy a desalentar, sino más
bien alentar, que tome todos los pasos necesarios para tener todo listo para
usted y su bebé… Debe darse el lujo de preparar el nido donde deberán acostarse
usted y su infante (Lc. 9:58). Pero la modestia y moderación de la cual ha
oído, no le permitirá gastar en preparativos superfluos que excedan sus
posibilidades económicas, cuando los pobres pastores y miembros de Cristo por
todas partes, dependen de su caridad. ¡Oh, le ruego, buena mujer cristiana, que
su cuidado principal sea… estar ataviada del verdaderamente espiritual “lino
fino limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de
los santos”! (Ap. 19:7-8). Esto, esto es lo principal: “Fe, amor, santidad, con
modestia” con las que se manifiesta la verdadera prudencia cristiana… Y si Dios
ya le ha dado una prueba fehaciente de cumplir la promesa de mi texto [1
Timoteo 2:15] asegurándole salvación temporal, le corresponde tener cuidado de:
Segundo: Hacer un registro de las
[experiencias] que le ha dado al cum- plir su palabra con usted en particular.
¿Le ha quitado Dios sus temores, secado sus lágrimas y escuchado sus oraciones?
Grabe las memorias de su bondad y fidelidad en las tablas de su corazón.
Tenemos el gran ejemplo de nuestro amado Señor y Maestro, Jesucristo, quien
cuando estaba muy triste por Lázaro a quien “amaba”: “lloró”, presentando su
pedido a Dios en su favor. [Éste] fue contestado por gracia. Entonces, con gran
devoción de corazón, “alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy
por haberme oído” (Jn. 11:3, 35, 38, 41). Que cada madre noble y agradecida, a
quien Dios ha calmado los dolores y librado de los peligros de dar a luz,
imprima un recuerdo agradecido de tal señal de misericordia con letras
indelebles en su mente: “Porque ha mirado la bajeza de su sierva” (Lc. 1:48).
Cuando me encontraba yo en una agonía y agotada por los dolores constantes, tú
estuviste conmigo y con mi bebé. Sí, nos ayudaste admirablemente, haciendo que
el niño pasara los obstáculos sin problemas, manteniéndonos a los dos con vida.
Sí, y puede ser que cuando nuestros amigos pensaban con tristeza que mi
criatura no vería la luz del día y que yo, junto con él, cerraría mis ojos para
siempre, habiendo ya perdido la esperanza de lograr que naciera, tú encontraste
una manera de que ambos siguiéramos con vida” (cf. 1 Co. 10:13) …Al igual que
Pablo cuando tuvo conciencia de la gran misericordia demostrada en su
liberación, por favores sin medida, “dio gracias a Dios y cobró aliento” (Hch.
28:15), cada madre feliz tiene que agradecer a Dios y ser valiente al enfrentar
el futuro… Debe compartir su inusual [experiencia] para animar a otras… Porque
bien dijo el escritor trágico griego: “Bueno es que una mujer esté a mano para
ayudar a otra cuando da a luz”. Vemos pues, que esta doctrina enseña a hombres
y a mujeres los cuidados necesarios en esta circunstancia. También brinda
consuelo, tanto a la buena esposa misma, como a su marido.
(1)
A la esposa buena misma que tiene
las cualidades que he descrito, pero que en un momento de tentación podría estar agotada por su pesada
carga, desesperándose por temor a los dolores intensos o por el terrible temor
de morir en el trance que la espera. Permanecer constantemente fiel a las gracias y los deberes ya mencionados es una base segura para mantener
su esperanza que superará los dolores de dar a luz, los cuales, está segura, no
serán en absoluto un obstáculo para su bienestar eterno… El Apóstol incluye mi
texto como un antídoto contra la desesperanza y para alegrar a la mujer
temerosa y desconfiada. Son palabras para cada mujer desalentada y debiera
llevarla, junto con Sara, a creer “que era fiel quien lo había prometido” (He.
11:11) … Dios no le dará más sufrimiento del que pueda soportar y le dará
fuerzas para sobrellevar sus dolores de parto. [Él] encontrará la manera de
sacarla adelante, ya sea por un alivio grato y santificado aquí, o un traslado
bendito al
cielo para cosechar en gozo lo que fue sembrado con lágrimas y estas [son] sólo temporales, mientras los gozos son eternos. Además, da consuelo,
(2) Al marido de la esposa buena, o sea la que continúa en las gracias y deberes antes y durante su embarazo… Cuando lo único que puede hacer el marido es comprender y compadecerse de su esposa en sus dolores, anímese con la confianza humilde de que —el aguijón del castigo ha sido quitado— las alegrías de su esposa aumentarán por los dolores que sufre. Dios la librará y oirá sus oraciones, y ella lo glorificará (Jn. 16:21; Sal. 50:15). Y si, después de oraciones y lágrimas, su esposa amada muere en medio de los dolores del alumbramiento, aunque esto sea una cruz pesada e hiriente en sí, puede obtener consuelo del hijo que le ha nacido porque esto es, por cierto, el mejor de los consuelos, dar vida en la muerte... El marido piadoso y la esposa bondadosa que está trayendo un hijo al mundo, confíen en Dios humildemente para recibir un apoyo santificado en el momento que más necesitan la ayuda divina. Entonces, la sierva del Señor puede confiar humildemente que recibirá ayuda en su tribulación para ser madre y, a su tiempo, aun una liberación temporal (suponiendo que esto es lo mejor para ella) de esos dolores y peligros. Sea su consuelo la promesa llena de gracia del Señor dada por medio del profeta… “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Is. 41:10).
cielo para cosechar en gozo lo que fue sembrado con lágrimas y estas [son] sólo temporales, mientras los gozos son eternos. Además, da consuelo,
(2) Al marido de la esposa buena, o sea la que continúa en las gracias y deberes antes y durante su embarazo… Cuando lo único que puede hacer el marido es comprender y compadecerse de su esposa en sus dolores, anímese con la confianza humilde de que —el aguijón del castigo ha sido quitado— las alegrías de su esposa aumentarán por los dolores que sufre. Dios la librará y oirá sus oraciones, y ella lo glorificará (Jn. 16:21; Sal. 50:15). Y si, después de oraciones y lágrimas, su esposa amada muere en medio de los dolores del alumbramiento, aunque esto sea una cruz pesada e hiriente en sí, puede obtener consuelo del hijo que le ha nacido porque esto es, por cierto, el mejor de los consuelos, dar vida en la muerte... El marido piadoso y la esposa bondadosa que está trayendo un hijo al mundo, confíen en Dios humildemente para recibir un apoyo santificado en el momento que más necesitan la ayuda divina. Entonces, la sierva del Señor puede confiar humildemente que recibirá ayuda en su tribulación para ser madre y, a su tiempo, aun una liberación temporal (suponiendo que esto es lo mejor para ella) de esos dolores y peligros. Sea su consuelo la promesa llena de gracia del Señor dada por medio del profeta… “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Is. 41:10).
Tomado de “¿Cómo se puede apoyar mejor a las mujeres en gestación
contra, en y bajo el peligro de su tribulación?”.
Cuando
usted nació, su nacimiento no fue un acontecimiento secreto,
ni fue una invención humana. Su nacimiento fue una obra de Dios.
—Martín Lutero
ni fue una invención humana. Su nacimiento fue una obra de Dios.
—Martín Lutero
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