PROVOCANDO A IRA A TUS HIJOS
DE QUE FORMA PUEDEN LOS PADRES
PROVOCAR A IRA A SUS HIJOS
Thomas Watson
(c. 1620-1686)
“Y vosotros, padres, no provoquéis a
ira a vuestros hijos”. —Efesios 6:4
Actúa prudentemente con tus hijos. No provocar
a ira a los hijos es una gran demostración de prudencia en un padre. “Padres,
no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Col. 3:21). ¿De
qué forma puede un padre provocar a ira a sus hijos?
(1) Dirigiéndose a ellos con términos
ofensivos. “¡Hijo
de la perversa y rebelde!”, le dijo Saúl a su hijo Jonatán (1 S. 20:30).
Algunos padres usan imprecaciones y maldiciones contra sus hijos, y esto los
provoca a ira. ¿Quieres que Dios bendiga a tu descendencia y tú la maldices?
(2) Los padres provocan a ira a sus hijos
cuando los golpean sin motivo o cuando la corrección o castigo excede la falta
cometida. Actuar
así es de tirano y no de padre. Saúl lanzó una lanza contra su hijo para
matarlo y su hijo fue provocado a la ira: “Y se levantó Jonatán de la mesa con
exaltada ira” (1 S. 20:33-34). “El padre ejerce el poder de un rey sobre su
hijo, no el de un tirano” .
(3) Cuando los padres les niegan a sus hijos aquello que es absolutamente necesario. Algunos han provocado así a sus hijos: Los han privado y mantenido tan carentes [de cosas necesarias] que los han obligado a tomar caminos que no son rectos y los han forzado a extender sus manos a la iniquidad.
(3) Cuando los padres les niegan a sus hijos aquello que es absolutamente necesario. Algunos han provocado así a sus hijos: Los han privado y mantenido tan carentes [de cosas necesarias] que los han obligado a tomar caminos que no son rectos y los han forzado a extender sus manos a la iniquidad.
(4) Cuando los padres actúan con parcialidad
hacia sus hijos, mostrando más bondad con uno que con otro. Aunque un progenitor pueda sentir
mayor amor por uno de sus hijos, la discreción debería impedirle mostrar su
favoritismo hacia uno en detrimento del otro. Jacob demostró más amor a José
que a todos sus demás hijos y esto provocó la envidia de sus hermanos. “Y amaba
Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y
le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sushermanos que su padre lo
amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle
pacíficamente” (Gn. 37:3-4).
(5) Cuando un progenitor hace algo sórdido e
indigno que acarrea deshonra sobre él y sobre su familia, como estafar o hacer
un falso juramento, provoca a la ira al hijo. Como el hijo debería honrar a su padre, así el
padre no debería deshonrarlo a él.
(6) Los padres provocan a los hijos cuando les
imponen mandamientos que no pueden llevar a cabo sin ofender su conciencia. Saúl le ordenó a su hijo Jonatán que
le trajera a David: “Envía pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir” (1 S.
20:31). Jonatán no podía obedecerle con buena conciencia, sino que fue
provocado a la ira: “Y se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira” (1 S.
20:34). La razón por la que los padres deberían mostrar su prudencia no
provocando a la ira a sus hijos es ésta: “Para que no se desalienten” (Col.
3:21). Este término, desalienten, implica tres cosas. Dolor: El hijo se toma
tan a pecho la provocación del padre que esto le causa la muerte prematura.
Abatimiento: La severidad del padre desanima al hijo y lo incapacita para el
servicio, como los miembros paralizados3 del cuerpo que no sirven para
trabajar. La contumacia y la obstinación: El hijo provocado por la conducta
cruel y antinatural del padre se desespera y, con frecuencia, busca la forma de
irritar y ofender a sus progenitores, algo que aun siendo malo en el hijo hace
al padre cómplice de ello por ser quién ha dado lugar a ello.
(7) Si quieres recibir honra de tus hijos, ora
mucho por ellos. No
te limites a acumular una porción para ellos, sino también una reserva de
oración a su favor. Mónica oró mucho por su hijo Agustín; se ha dicho que era
imposible que un hijo de tantas oraciones y lágrimas pudiera perecer. Ora para
que tus hijos puedan ser protegidos del contagio de los tiempos. Ruega para
que, así como llevan tu imagen en su rostro, puedan ser portadores de la de
Dios en su corazón. Suplica que puedan ser instrumentos y vasijas de gloria.
Uno de los frutos de la oración puede ser que el niño honre a un progenitor que
ora.
(8) Alienta lo que ves bueno y digno de elogio
en tus hijos. “La
bondad aumenta cuando se la alaba”. Alabar lo que es bueno en tus hijos hace
que amen los actos virtuosos y es como regar las plantas; las hace crecer más.
Algunos padres desaniman las cosas buenas que ven en sus hijos y, de este modo,
socavan la virtud de sus brotes tiernos, ayudando a condenar sus almas
infantiles. Reciben las maldiciones de sus hijos.
(9) Si quieres que tus hijos te honren, sé
un buen ejemplo para ellos.
Cuando los progenitores viven en contradicción
con sus propios preceptos, los hijos desprecian a sus padres; cuando les piden
a sus hijos que sean sobrios y ellos se embriagan; o ruegan a sus hijos que
teman a Dios y ellos mismos son libertinos en su vida. Si quieres que tus hijos
te honren, enséñalos mediante un ejemplo santo. El padre es el espejo en el que
el hijo se suele mirar. Haz que esté limpio y sin mancha. Los padres deberían
observar gran decoro en toda su conducta, no sea que den ocasión a que sus
hijos les digan lo que el siervo a Platón: “Mi amo ha escrito un libro contra
la ira impulsiva, pero él mismo es impetuoso” o como un hijo le dijo un día a
su padre: “Si he hecho algo malo, lo he aprendido de ti”.
Tomado de The Ten Commandments (Los Diez
Mandamientos)
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