EDUCACIÓN COMO DIOS QUIERE (parte I)
EDUCACIÓN COMO
DIOS LA QUIERE (Parte I)
Objetivo: Demostrar bíblicamente que la educación de los hijos es, primeramente, responsabilidad de los padres, y no exclusivamente del Gobierno.
INTRODUCCIÓN:
Hoy en día hay más gente educada que en todos los siglos anteriores, especialmente en las naciones del mundo occidental. Hay ciertamente analfabetos todavía. Hay regiones apartadas donde los maestros no han llegado, y donde la gente puede escuchar la radio, pero no puede escribir ni leer. Hay gente altruista que dedica tiempo y su vida a la eliminación del analfabetismo, y todo el mundo debe dar a estos heraldos el más cordial saludo. Hay mucha gente educada, es decir, gente que sabe leer y escribir, que conoce algo de geografía, un poco de historia y un mínimo de gramática de su lengua gloriosa. Es gente que ha ido a la escuela. Simultáneamente con este avance en la educación popular, es sumamente curioso admitir que ha habido un aumento considerable en la miseria humana, en el crimen, en la pobreza, en el desempleo y en las drogas. ¿Hay alguna relación entre estas realidades modernas? ¿Es cierto, quizá, que una mayor educación conduce al aumento de malos deseos, y éste lleva luego a la acción criminal? ¿Eran mejores aquellos tiempos cuando casi nadie sabía leer, pero todos sabían trabajar, ser honestos y amar a sus parientes?
Seguramente nadie desearía vivir en esas épocas oscuras en que solo algún sacerdote que otro sabía leer y escribir.
I. La educación sin Dios: una formación deformada.
Es muy probable, sin embargo, que en todo esto de la educación se ha dejado de lado el elemento de mayor importancia, y se ha permitido, por otra parte, la introducción de conceptos que quitan al hombre su humanidad. Hay mucha educación, pero ¿Hay también felicidad? Hay mucha instrucción a todos los niveles, pero, ¿Es la gente mejor que antes? Muchísimos saben leer, pero ¿Qué leen? Hay quienes saben de números y cuentas, pero se están enriqueciendo a sí mismos sin buscar el beneficio del prójimo. Es curioso que en una era de educación casi universal haya tanto temor y tantas dudas, tanta agonía de espíritu y tantos robos a mano armada.
Una causa de esta situación es que no se ha prestado mucha atención a la educación como Dios la quiere. Es una tragedia moderna el que se eduque tanto, y que todo se haga sin referencia alguna a lo que Dios tiene que decir. Esto es por demás lamentable, pues usted sabe que en estas cosas, como en muchas otras, se puede apreciar nuevamente el carácter especialísmo del hombre.
No es un animal avanzado o refinado, ni siquiera educado, sino hechura de la mano divina a semejanza del Creador, ¿Cómo puede dejarse de lado a quien formó al hombre y le dio sus características, su humanidad? Creado a la imagen de Dios, el hombre tiene personalidad y responsabilidad. No es un animal que necesita aprender los secretos que le darán comida y protección. La personalidad humana es una de las maravillas más estupendas de toda la creación, y precisamente por ser personal, le requiere una educación cuidadosa, una formación acorde con su potencial. Esa personalidad necesita ser educada en todos los aspectos de la vida.
No es cuestión solamente de hechos históricos, de problemas matemáticos y de nombres geográficos, sino de toda la personalidad, del intelecto ciertamente, y también de las emociones y de las emociones y de la voluntad. Tener una educación no garantiza una buena conducta. Hay gente de estudios universitarios en los callejones de las grandes ciudades y graduados de escuelas técnicas en las cárceles. Pero también es cierto que muchas veces la educación no toma en cuenta la totalidad de la personalidad. Se enseña cómo sumar pero no como amar; se sabe dividir pero no ser justo; se sabe de historia pero nada de quien es soberano de la historia. Lo que se necesita con urgencia es una educación como la que Dios quiere.
~Dr. Juan S. Boonstra
Está es la primera parte de tres, del sermón del Dr. Boonstra con el título: “EDUCACIÓN COMO DIOS LA QUIERE”, de su libro, LA FAMILIA EN NUESTRO MUNDO.
En los mensajes del Dr. Boonstra encontramos teología de la buena, profundamente bíblica y, sobre todo, aunada a una gran preocupación pastoral y evangelística. Lo que expone y comenta resulta de igual valor tanto para el creyente como para los inconversos. (José Grau)
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