SUMISIÓN Y SUBORDINACIÓN DE LA MUJER
Hace ya varios meses que he estado leyendo por varias ocasiones el libro de "La mujer Puritana" de David Lipsy, al cual también le he estado haciendo algunas correcciones literarias para su mayor compresión. En este libro, el escritor, de una manera breve pero muy profunda nos habla de como era la mujer puritana y lo divide en cinco temas donde los primeros cuatro nos cita a la mujer puritana en las diferentes etapas de su vida y como tema cinco nos da algunas conclusiones. El punto sobre la sumisión y subordinación de la mujer que a continuación les estaré presentando, lo tomo del libro ya mencionado, del tema numero tres "LA ESPOSA PURITANA" y su punto primero.
Tanto se habla en estos tiempos sobre la libertad y fuerza de la mujer, pensando que si no se le da ningún merito a la mujer, hemos caído en su denigración y menosprecio hacia ellas.
Muy bien cita el francés Adolphe Monod lo siguiente:
“La mayor influencia en la tierra, sea para bien o para mal, es adquirida por la mujer.”
“La mayor influencia en la tierra, sea para bien o para mal, es adquirida por la mujer.”
Dios ha dado tanto a la mujer para ser muy influyente en la sociedad tanto como le sea posible. Sin embrago, es importante resaltar que estas virtudes son estipuladas por Dios, y toda mujer que realmente desea dar gloria a Dios, en esto debe pensar y llevar a la practica.
Sumisa y Subordinada
Estas son, para la
mayoría de las mujeres hoy, palabras que suenan como dañinas, cuando son usadas
en el contexto del casamiento. Muchas mujeres occidentales modernas prefieren
pensar acerca del casamiento en términos de igualdad, cooperación, como un
time, y expresiones como esas. Para los puritanos, y de hecho, de acuerdo con
efesios 5:22, cuando una mujer, una esposa, pierde de vista los conceptos
fundamentales de sumisión y subordinación con respecto a su marido, eso no es
menos herético que si la iglesia perdiese de vista su sumisión a Cristo. A
pesar de la frecuente mención de esas palabras, sin embargo, los puritanos no
equiparaban sumisión a la servidumbre. Una mujer, haciendo como Dios la designo
para hacer, era considerada un bien poderoso para cualquier marido, familia y
nación, es una mujer que conocía la alegría de hacer la voluntad de Dios.
No cometa
errores, los puritanos no eran insensibles a las frecuentes circunstancias
difíciles de la mujer. Ni eran ellos, mismos en su época, privados de critica
por su insistencia en el papel sumiso de la mujer. John Angell James escribió:
“pero tal vez se haga la pregunta si yo colocaría a toda mujer casada dentro
del circulo doméstico y con celo y autoridad de un déspota oriental la
confinaría en su propia casa; o si yo la condenaría y la degradaría al mero
trabajo penoso del hogar”. Vea usted la mentalidad feminista no está sujeta solo a este siglo, pero si tiene un pie en todas las generaciones desde la caída. James
continua diciendo: “ella, con mi consentimiento, nunca dejara el fregadero
junto a su marido para ser pisada sobre sus pies. Ella no tendrá un rayo de su
gloria extinguida, ni será desprovista de una única honra que pertenezca
a su sexo; pero ser la instructora de sus hijos, la compañera de su marido, y
la reina consorte del estado domestico no es ninguna degradación; y ella es
degradada solamente para quien piensa así.” Además, el concede la influencia de
ella tanto en la esfera social y entre sus amigos como en su propia casa, el
advierte que “fiestas incesantes de placer y círculos constantes de
entretenimiento no son su misión, pero, si, contrarrestar e impedir esas cosas.” No se debe olvidar que la porción del hombre puritano en la vida era
frecuentemente de monotonía, dificultad y sacrificio. La vida era simplemente
difícil para toda la familia. Me gustaría encontrar nuevamente la brillante
cita de J. I. Packer al respecto, pero el núcleo de la cuestión era que los
puritanos no hacían siempre cosas extraordinaria de forma excelente, pero la
fuerza de ellos era que, por la gracia de Dios, ellos hacían cosas ordinarias
de modo excelente.
Benjamin
Morgan Palmer escribe: “Al asumir la relación de esposa, una mujer se rinde
mucho; pero ahora es una rendición” El continua diciendo que ella era
ciertamente más independiente antes del casamiento, pero voluntariamente abre
la mano de esa independencia a favor de las ventajas del casamiento, más de lo
que era la recompensa por su perdida. El escribe: “Comparando los dos, ella
deliberadamente escoge ser menos libre a fin de ser más feliz, y por eso, ella
se somete; lejos de ser deshonrada en su subordinación, esa es por toda la vida
una consagración consiente a la condición de su elección.” Continuando con eso, Palmer escribe: “La sumisión de ella es, por tanto, una fuente
de honra. Ella no es humillada con eso, sino más exaltada; no es un sacrificio
sin compensación. Ella abre su mano de independencia, pero adquiere control, ella
encuentra una satisfacción llena de descanso en adherir su confianza,
apoyándola en una estructura más fuerte que la suya propia”. Palmer continúa
diciendo que ahora ella gana responsabilidad y autoridad al guiar su hogar,
ella no es sobrecargada normalmente a cargar el peso sola. Si sus hijos fuesen
educados de forma apropiada a su subordinación como esposa, será más que
compensada cuando ella fuera elevada a la “supremacía de reina como madre.”
(Esta obra de "La mujer Puritana, fue traducida al español por el Pastor Sebastían Santa María)
(Esta obra de "La mujer Puritana, fue traducida al español por el Pastor Sebastían Santa María)
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