¿CALVINISMO EN LATINOAMERICA?
Hoy quisiera nuevamente compartir con ustedes parte de lo escrito por Mario Cely Quintero en "La crisis de las Naciones y la potestad civil según las instituciones de Juan Calvino", donde el hermano Mario, claramente nos hace un llamado a ver y pensar si realmente estamos viviendo sobriamente, mirando las necesidad en América Latina y si esas necesidades nos están llevando a un verdadero calvinismo.
He llamado la siguiente entrada
¿Calvinimo en Latino América?
Deseo en Cristo Jesús Dios avive su obra (en Latino América) en medio de los Tiempos. Habacuc 3:2
Diremos lo siguiente, que el débil enfoque del cristianismo calvinista que encontramos actualmente en nuestros pueblos latinoamericanos no pasa de ser simples
repeticiones retóricas de algunas doctrinas que aprendidas de memoria no generan una transformación de la vida eclesiástica, social y política de los pueblos. Sobre los ladrillos de las doctrinas bíblicas y teológicas del Calvinismo, debemos
construir la férrea aplicación de la ética práctica formulada por Calvino en Europa. América Latina requiere de teólogos y
profetas bien informados y con una extraordinaria capacidad crítica de la cultura actual y modus vivendi de las actuales «sociedades permisivas» en que vivimos. De no llevarlo a cabo, corremos el riesgo de que el calvinismo actual se fosilice, y nuestra teología llegue a ser tan solo una «brillante pieza de museo». A mi juicio, hace falta valentía para llamar
la atención de gobernantes, filósofos, teóricos, ideólogos e intelectuales humanistas de la actualidad tal como lo hizo Calvino en sus días. Creo que en esto reside el éxito del calvinismo inicial, una visión que el calvinista promedio hoy ha
olvidado. Indiscutiblemente se requiere estudio profundo y oración profunda; sinceridad y justicia profunda como un
estilo de vida que primero debe practicarse en nuestra vida personal y luego al interior de nuestras iglesias. Nuestra presente sociedad poscristiana no se convencerá del poder del evangelio de Cristo a menos que primero observe en nosotros un modelo de verdadera piedad, inteligencia y plenitud
de justicia.
Luego entonces, encarnando el ideal de la iglesia de Cristo, y aunque no de forma perfecta, Ginebra fue un ejemplo de la
clase de humanidad que logró superar diferencias económicas, sociales y raciales. Hasta tanto en estos tiempos de pluralismo
y relativismo moral no mostremos un rostro similar, lo que digamos no será relevante para la sociedad que nos rodea y
nos observa. De lo contrario, nuestra predicación acerca de un nivel de reconciliación que no nace de nuestra propia experiencia, dejará de ser honesta y efectiva.
He llamado la siguiente entrada
¿Calvinimo en Latino América?
Deseo en Cristo Jesús Dios avive su obra (en Latino América) en medio de los Tiempos. Habacuc 3:2
Diremos lo siguiente, que el débil enfoque del cristianismo calvinista que encontramos actualmente en nuestros pueblos latinoamericanos no pasa de ser simples
repeticiones retóricas de algunas doctrinas que aprendidas de memoria no generan una transformación de la vida eclesiástica, social y política de los pueblos. Sobre los ladrillos de las doctrinas bíblicas y teológicas del Calvinismo, debemos
construir la férrea aplicación de la ética práctica formulada por Calvino en Europa. América Latina requiere de teólogos y
profetas bien informados y con una extraordinaria capacidad crítica de la cultura actual y modus vivendi de las actuales «sociedades permisivas» en que vivimos. De no llevarlo a cabo, corremos el riesgo de que el calvinismo actual se fosilice, y nuestra teología llegue a ser tan solo una «brillante pieza de museo». A mi juicio, hace falta valentía para llamar
la atención de gobernantes, filósofos, teóricos, ideólogos e intelectuales humanistas de la actualidad tal como lo hizo Calvino en sus días. Creo que en esto reside el éxito del calvinismo inicial, una visión que el calvinista promedio hoy ha
olvidado. Indiscutiblemente se requiere estudio profundo y oración profunda; sinceridad y justicia profunda como un
estilo de vida que primero debe practicarse en nuestra vida personal y luego al interior de nuestras iglesias. Nuestra presente sociedad poscristiana no se convencerá del poder del evangelio de Cristo a menos que primero observe en nosotros un modelo de verdadera piedad, inteligencia y plenitud
de justicia.
Luego entonces, encarnando el ideal de la iglesia de Cristo, y aunque no de forma perfecta, Ginebra fue un ejemplo de la
clase de humanidad que logró superar diferencias económicas, sociales y raciales. Hasta tanto en estos tiempos de pluralismo
y relativismo moral no mostremos un rostro similar, lo que digamos no será relevante para la sociedad que nos rodea y
nos observa. De lo contrario, nuestra predicación acerca de un nivel de reconciliación que no nace de nuestra propia experiencia, dejará de ser honesta y efectiva.
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