LA IMPORTANCIA DE LA DOCTRINA



Erasmo de Rotterdam, ¿Padre de la Reforma?



Erasmo de Rotterdam, nació un Octubre entre los años 1466 ó 1467, según las fuentes que se tomen.  Fue hijo ilegítimo de un sacerdote católico holandés llamado Gerardo Gerritszoon, quién de alguna manera colaboró en sus sustento, hasta que cuando Erasmo contaba con 17 años, muere su madre y poco después, su padre. Entonces fue entregado a una familia que hizo de tutor del joven. Es posible que por propio deseo de su padre biológico, sus tutores le obligasen a entrar en un monasterio agustino de Steyn cerca de la ciudad holandesa de Guda, para recibir educación superior, en vez de la universidad, donde el quería realizar sus estudios. En 1492, mientras Colon descubría América y en España se daba inicio a una de las más aguerridas persecuciones contra los conversos judíos y mozárabes, aplastando también a los pocos reductos de cristianismo adopcionista que quedaba, Erasmo era envestido como sacerdote. Pero en realidad no llevaba esa vocación, el no quería ningún titulo especial que le uniera a una clase clerical, de la que desconfiaba, aunque por otro lado era un hombre religioso.


La influencia de Erasmo:

En 1516, un año antes de que Martín Lutero clavara las noventa y cinco tesis que iniciaron la reforma protestante en Europa, Erasmo de Rótterdam, un prestigioso académico de la época, publico un Nuevo Testamento con iluminadores comentarios que resaltaban la preeminencia de las Escrituras. Esto fue un gran evento en aquellos días en los que todo mundo--la gente común y los sacerdotes--ignoraban la Palabra de Dios. 

Erasmo, cuya influencia era grande, criticaba abiertamente los abusos de la iglesia Romana. En su famoso libro, Elogio a la Locura, se burló con agudo ingenio de la corrupción y las contradicciones de los monjes. Se opuso también a la venta de indulgencia (documentos papales que ofrecían el perdón de los pecados y la liberación del purgatorio a quienes las compraban para ellos o para sus seres queridos; vivos o muertos). 

Erasmo y Martín Lutero

Cuando Martín Lutero delineó sus noventa y cinco tesis, Erasmo lo apoyó pues compartía con él su rechazo a los abusos de la iglesia y su deseo de reformarla. Ambos hombres eran expertos en la Biblia e intelectualmente bien dotados; eran también piadosos, independientes y valerosos. Sin embargo, la influencia de Erasmo era inmensamente más grande que la de Lutero, igualmente lo era su elocuencia y su habilidad como escritor. 

Todo hacia pensar que Erasmo era el líder indicado para estar al frente de la Reforma y de la batalla contra la corrupción, la ignorancia y la desviación del catolicismo romano. Sin embargo, en contra de todas las expectativas, no fue Erasmo sino Lutero quien llegó a ser el líder de la Reforma, aunque la influencia de Erasmo era tanta que la gente decía: “Erasmo puso el huevo y Lutero lo empolló.”

Lutero, Padre de la Reforma.

El hecho es que después de ser aliado de la reforma en sus inicios Erasmo, se hizo después su opositor. ¿Y que fue lo que produjo que las cosas tomaran este inesperado rumbo? Fue la diferente perspectiva que Lutero y Erasmo tenían sobre la esencia del Cristianismo. Y esto tiene una gran relevancia para nosotros hoy día como lo veremos a continuación. 

Para Erasmo la doctrina era un asunto sin importancia. El combatía las indulgencias, la corrupción moral y la superstición, pero la doctrina no le importaba mucho. Lutero por el contrario, veía que el Cristianismo es sobre todo un asunto de doctrina pues nuestra fe, decía él, tiene que basarse en la verdad doctrinal pues sin doctrina correcta no hay verdad. Fue la importancia de la doctrina lo que llevo a separarlos. Lutero decía: “otros que han vivido antes de mi han atacado la perversión y los escándalos del Papa, pero yo he atacado su doctrina.” 

Otra diferencia entre Lutero y Erasmo era que Erasmo quería sobre todas las cosas, paz y unidad. Y esto, unido a su bajo concepto de la doctrina, hacia que se sometiera y que reverenciara la autoridad y tradición de la iglesia aunque no compartiera su doctrina. Las ideas doctrinales, opinaba él, no afectan la vida cristiana práctica, por tanto hay que buscar unidad y dejar a un lado los dogmas doctrinales que no solo son divisivos sino necios, aburridos e imprácticos. 

Para Lutero, sin embargo, la verdad bíblica no podía ser comprometida. Él procuraba definir y expresar con claridad la doctrina que la Escritura enseña y vivía su vida de acuerdo a sus posiciones doctrinales, lo cual le ganó muchos enemigos, entre ellos Erasmo. 

Una tercera diferencia entre estos hombres consistía en que Erasmo era sobre todo un moralista. Su ideal, decía él, era ver el Cristianismo retornar a una vida y a una doctrina simple como la de los apóstoles lo cual era cuestión de seguir ciertas reglas mínimas de moralidad sin complicaciones, las cuales toda persona sensible seria capaz de entender y seguir. Por eso, la salvación, según Erasmo, dependía de la decisión del hombre, quien aunque afectado por el pecado, aun tenia la capacidad de buscar a Dios por si mismo y hacer suficientes meritos para obtener la salvación. Lutero condenaba tal concepto y basándose en la doctrina de Pablo la calificó como anatema abominable, pues no era otra cosa que salvación por obras y atentaba contra la esencia misma del evangelio de Jesucristo.

Algo en que pensar 

En las diferencias que hubó entre Lutero y Erasmo podemos distinguir dos corrientes que aun se mueven en la iglesia hoy día. Una, la de la gente que busca armonía, moralidad y éxito para la iglesia a costa de la verdad doctrinal. Otra, la de la gente que busca la verdad de la doctrina bíblica para conocerla, creerla y vivirla, y que procura analizar y sujetar todas las cosas de acuerdo a la verdad bíblica, aunque no sea popular ni exitosa según los hombres. 

¿No es cierto que la posición de Erasmo es más popular que la de Lutero? Así es. Lo fue en aquellos días, y lo es hoy. Y nosotros, aunque no sea lo más popular nos alineamos con Lutero en su actitud de definir bien la doctrina bíblica, de expresarla con claridad y de vivirla bajo el poder de la gracia de Dios.

Y por ultimo concluyo con esta frase del Dr. Sproul:

Si la DOCTRINA no importa, entonces la VERDAD tampoco importa. -R.C. Sproul 




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