LA ESPOSA EN EL HOGAR
Perspectiva bíblica de la esposa en el hogar.
Por Daniela Boyle.
¿Puede una esposa cristiana trabajar fuera del hogar? ¿Puede tener una carrera profesional? ¿Tiene libertad para hacer lo que quiera? ¿Y qué de la ideología de la libertad femenina? Para contestar estas preguntas, debemos contestar las siguientes: ¿Qué es lo que Dios quiere de nosotras? ¿Qué es lo que valora Dios? Son algunas preguntas importantes para la esposa cristiana. Primero tenemos que recurrir a la Palabra de Dios. Para saber lo que Dios quiere de nosotras, tenemos que ir a la única fuente de Su voluntad revelada, la Biblia. En Tito 2:4-5 dice, “Que enseñan a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” Este pasaje es uno de pocos donde Dios habla específicamente a la mujer casada. Esta lista de Tito 2:4-5 nos dice cuáles cosas Dios valora en sus hijas casadas. Son las cosas que quiso destacar como cualidades valiosas y buenas para vivir una vida de obediencia a Él. Debemos amar a nuestro marido e hijos de manera práctica (1 Corintios 13). Debemos ser prudentes en cada área de la vida, ser castas en nuestra conducta y vestimenta, cuidar nuestras casas, ser buenas y someternos a nuestros maridos.
Cuando nos casamos, ya no vivimos por nosotras mismas. La esposa casada se preocupa por su marido (1 Corintios 7:34). Son una sola carne. Tiene los intereses de su marido en mente. “Antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros,” (Filipenses 2:3-4). Se hacen un equipo para atravesar la vida juntos, no de manera separada, poniendo los deseos del otro antes de sus deseos. De aquí en adelante las decisiones tomadas tienen el interés de la familia en mente. La decisión de cómo gastamos el tiempo y el dinero ahora se toma con la familia, el equipo, en mente. Este equipo puede tomar en cuenta juntos los pros y las contras de las decisiones, pueden considerar juntos, ¿qué sería mejor para nuestra familia? ¿Cómo podemos, como familia, obedecer a Dios en esta cosa? Pero cuando hay diferencia de opinión, la cabeza (el marido) debe tomar la decisión. La sumisión es algo hermoso. Cuando nos sometemos a nuestros maridos, reflejamos a Cristo. ¡Wow! Hoy en día, con el movimiento feminista, la palabra “sumisión” no es una palabra agradable. Juan 6:38 dice que Cristo se sometió al Padre, “porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Cristo, siendo Dios, se sometió al Padre y nos dio ejemplo de que aunque Cristo y el Padre son IGUALES en sustancia, tienen diferentes funciones. De igual manera el esposo y la esposa son IGUALES en sustancia (de valor),pero tienen diferentes funciones. (También ve Filipenses 2:5-9). Cristo es nuestro gran ejemplo. Cuando nos sometemos a nuestros maridos, ¡estamos reflejando a Cristo!
Debido a nuestro pecado, la sumisión es difícil de hacer. Como resultado del pecado Dios dijo a Eva, “tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti,” efectivamente diciendo que ahora en adelante habrá un choque de voluntades. Por eso, escribo este artículo. Debido al pecado, las mujeres batallan en tener su libertad y “su espacio.” ¡Este problema existe por el pecado que hay en nosotras! Ahora, quiero compartirles una verdad que les hará libres. Hay libertad en obedecer a Dios. La obediencia trae bendiciones. La desobediencia trae consecuencias desastrosas. Dios diseñó estos mandamientos (¡someternos a nuestro marido SÍ es un mandamiento de Dios!) para darnos Sus bendiciones. Cuando no los obedecemos, menospreciamos Sus bendiciones y recibimos consecuencias en su lugar. Cuando la esposa “exige sus derechos,” está siendo egoísta y está pecando. Las consecuencias que estas acciones invitan a su hogar son: la falta de paz y armonía en el hogar, problemas matrimoniales, problemas con los hijos, y el no dar gloria a Dios. Vemos los frutos de una persona que no está valorando lo que Dios valora. Recuerda Tito 2: Dios tiene el llamado supremo para la mujer casada, el de “amar a su marido y a sus hijos, a ser prudente, casta, cuidadosa de su casa, buena y sujeta.” ¿Para qué es nuestro llamado supremo? ¿Qué propósito tiene? “Para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:5). Blasfemar significa hablar de manera malvada. Cuando creemos la mentira de la ideología de la libertad femenina, damos un testimonio malvado de nuestro Dios. Cuando abrazas la verdad de Dios, te hará libre de verdad. Cuando tú cumples la función para la cual Dios te creó, hay muchísima satisfacción, gozo y….. ¡libertad! Cuando nos sometemos a nuestro marido, estamos siendo como Cristo. Abraza y adopta esta verdad.
Por Daniela Boyle.
¿Puede una esposa cristiana trabajar fuera del hogar? ¿Puede tener una carrera profesional? ¿Tiene libertad para hacer lo que quiera? ¿Y qué de la ideología de la libertad femenina? Para contestar estas preguntas, debemos contestar las siguientes: ¿Qué es lo que Dios quiere de nosotras? ¿Qué es lo que valora Dios? Son algunas preguntas importantes para la esposa cristiana. Primero tenemos que recurrir a la Palabra de Dios. Para saber lo que Dios quiere de nosotras, tenemos que ir a la única fuente de Su voluntad revelada, la Biblia. En Tito 2:4-5 dice, “Que enseñan a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” Este pasaje es uno de pocos donde Dios habla específicamente a la mujer casada. Esta lista de Tito 2:4-5 nos dice cuáles cosas Dios valora en sus hijas casadas. Son las cosas que quiso destacar como cualidades valiosas y buenas para vivir una vida de obediencia a Él. Debemos amar a nuestro marido e hijos de manera práctica (1 Corintios 13). Debemos ser prudentes en cada área de la vida, ser castas en nuestra conducta y vestimenta, cuidar nuestras casas, ser buenas y someternos a nuestros maridos.
Cuando nos casamos, ya no vivimos por nosotras mismas. La esposa casada se preocupa por su marido (1 Corintios 7:34). Son una sola carne. Tiene los intereses de su marido en mente. “Antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros,” (Filipenses 2:3-4). Se hacen un equipo para atravesar la vida juntos, no de manera separada, poniendo los deseos del otro antes de sus deseos. De aquí en adelante las decisiones tomadas tienen el interés de la familia en mente. La decisión de cómo gastamos el tiempo y el dinero ahora se toma con la familia, el equipo, en mente. Este equipo puede tomar en cuenta juntos los pros y las contras de las decisiones, pueden considerar juntos, ¿qué sería mejor para nuestra familia? ¿Cómo podemos, como familia, obedecer a Dios en esta cosa? Pero cuando hay diferencia de opinión, la cabeza (el marido) debe tomar la decisión. La sumisión es algo hermoso. Cuando nos sometemos a nuestros maridos, reflejamos a Cristo. ¡Wow! Hoy en día, con el movimiento feminista, la palabra “sumisión” no es una palabra agradable. Juan 6:38 dice que Cristo se sometió al Padre, “porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Cristo, siendo Dios, se sometió al Padre y nos dio ejemplo de que aunque Cristo y el Padre son IGUALES en sustancia, tienen diferentes funciones. De igual manera el esposo y la esposa son IGUALES en sustancia (de valor),pero tienen diferentes funciones. (También ve Filipenses 2:5-9). Cristo es nuestro gran ejemplo. Cuando nos sometemos a nuestros maridos, ¡estamos reflejando a Cristo!
Debido a nuestro pecado, la sumisión es difícil de hacer. Como resultado del pecado Dios dijo a Eva, “tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti,” efectivamente diciendo que ahora en adelante habrá un choque de voluntades. Por eso, escribo este artículo. Debido al pecado, las mujeres batallan en tener su libertad y “su espacio.” ¡Este problema existe por el pecado que hay en nosotras! Ahora, quiero compartirles una verdad que les hará libres. Hay libertad en obedecer a Dios. La obediencia trae bendiciones. La desobediencia trae consecuencias desastrosas. Dios diseñó estos mandamientos (¡someternos a nuestro marido SÍ es un mandamiento de Dios!) para darnos Sus bendiciones. Cuando no los obedecemos, menospreciamos Sus bendiciones y recibimos consecuencias en su lugar. Cuando la esposa “exige sus derechos,” está siendo egoísta y está pecando. Las consecuencias que estas acciones invitan a su hogar son: la falta de paz y armonía en el hogar, problemas matrimoniales, problemas con los hijos, y el no dar gloria a Dios. Vemos los frutos de una persona que no está valorando lo que Dios valora. Recuerda Tito 2: Dios tiene el llamado supremo para la mujer casada, el de “amar a su marido y a sus hijos, a ser prudente, casta, cuidadosa de su casa, buena y sujeta.” ¿Para qué es nuestro llamado supremo? ¿Qué propósito tiene? “Para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:5). Blasfemar significa hablar de manera malvada. Cuando creemos la mentira de la ideología de la libertad femenina, damos un testimonio malvado de nuestro Dios. Cuando abrazas la verdad de Dios, te hará libre de verdad. Cuando tú cumples la función para la cual Dios te creó, hay muchísima satisfacción, gozo y….. ¡libertad! Cuando nos sometemos a nuestro marido, estamos siendo como Cristo. Abraza y adopta esta verdad.
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